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De La Mano de Mamá
Tom Iland prueba que con el apoyo necesario, un autista puede llegar a la universidad

La OPINION 18 Agosto 2007

Yeny Palacios

18 de agosto de 2007

En 1995 cuando Emily Iland recibió la confirmación de que su hijo Tom era autista, ella dedicó todo el tiempo que tenía disponible a buscar información. Leía todo cuanto llegaba a sus manos y asistía a cuanta reunión considerara útil para ayudar a su hijo, que en ese entonces tenía 11 años.

Fue precisamente durante una conferencia que ofrecía la Universidad de California Los Ángeles que conoció al doctor Tony Att-wood, experto en el síndrome de Asperger, uno de los desórdenes incluidos dentro del autismo y el que le fue diagnosticado a Tom.

"Los padres estábamos ávidos de saber más, por eso durante el receso todos nos acercamos a la mesa donde vendían libros y mientras los revisábamos hubo un señor latino que preguntó si no tenían material en español. Cuando el vendedor le dijo que no, el hombre empezó a llorar y dijo: ‘Mi esposa no habla inglés, entonces, cómo va a entender a nuestro hijo", recuerda Iland.

Entendiendo la desesperación de aquel hombre por su propia experiencia, Emily se prometió a sí misma que un día haría algo al respecto. Ese sentimiento creció cuando ella misma debió batallar para que su hijo recibiera el apoyo que requería de parte de las agencias y entidades dependientes del gobierno estatal y federal.

"Existen muchas barreras que vencer. Que tu hijo reúna los requisitos no significa que tenga acceso inmediato a los servicios que existen. Si para mí ha sido muy difícil, no puedo imaginar por lo que deben pasar los padres latinos", afirma.

Siendo Tom su primer hijo, Emily no tomó en cuenta algunas señales. A los 3 años, el niño era capaz de leer y deletrear con gran habilidad, recordaba números importantes y ella pensaba que los problemas que tenía para relacionarse con otros chicos se debían a que era demasiado listo y se aburría con los juegos de otros pequeños.

Cuando Bárbara, su hermana y especialista en educación especial le sugería llevar al niño a un médico, Emily se enojaba.

Cuando Tom cumplió los 11 años, Emily debió admitir que algo andaba mal y buscó ayuda. Un año después un especialista de la UCLA le diagnosticó autismo. "Yo estaba hasta aliviada al oír el diagnóstico. Era tiempo de aceptar lo que estaba pasando", afirma.

Al llegar Tom a la secundaria, los problemas con sus compañeros se agravaron al punto que fue atacado por un alumno mayor. "Tom lo provocó, pero él no sabía que lo estaba ofendiendo porque las personas con autismo no reconocen el lenguaje no verbal. No saben interpretar ciertas señales", explica Iland.

Después de muchas e infructuosas gestiones ante las autoridades educativas, la preocupada madre logró que su hijo fuera transferido a una escuela especial.

"Marty Lieberman, director de educación especial llegó al Distrito Willam S. Hart, en Santa Clarita, y todo cambió. Él tuvo el poder y el corazón para hacer algo realmente significativo", recuerda Emily.

Con el apoyo de este funcionario, Tom fue admitido en The Village Glen School, escuela que ofrece programas especiales para el desarrollo de habilidades sociales.

"Allí Tom floreció, pero al concluir la escuela secundaria él quiso regresar a Saugus High School y para que el rechazo no lo lastimara, pensé en explicar a los chicos lo que ocurre con las personas con autismo".

De este modo Emily se convirtió en la promotora del programa Yes, I can, el mismo que busca la inclusión social de los niños con autismo y que cuenta con el respaldo de la Universidad de Minnesota.

Tom tiene ahora 23 años y cursa el último año de Contabilidad en la Universidad de Northridge en California. Es fuente de inspiración para su madre quien buscando la forma de ayudarlo se convirtió en experta consejera a la que hoy acuden cientos de padres desesperados, y quien el año pasado concluyó su maestría en Educación Especial también en Northridge con el privilegio de ser la mejor alumna.

La familia se completa con Steven Iland, el padre, Lisa (21) quien estudia para hacer terapia de lenguaje y autora de 35 páginas del libro Aspergers and Girls. El contenido de esas páginas es el resultado de observar a su hermano en la escuela y tratar de encontrar una forma para que él, y los jóvenes como él, entiendan las reglas invisibles que rigen las relaciones entre los jóvenes.

Danny es el menor de la familia, tiene 17 años y este es su primer año en la Universidad de Rochester en Nueva York donde estudiará ingeniería de sistemas.

En la actualidad Emily Iland trabaja en un programa destinado a instruir a la policía respecto a cómo reconocer a personas con autismo involucradas en algún problema con la ley.

Existe un libro titulado Los transtornos del espectro del autismo de la A a la Z, y tiene algunas particularidades: se vende a pedido, fue traducido al español y la corrección estuvo a cargo de 12 personas, la mayoría de ellas padres o familiares de niños con autismo. Emily Iland es una de las autoras y la que se encargó de traducirlo.

Los 10 capítulos que forman este compendio tienen el aval de una experta en educación especial y contiene información confiable acerca de un problema que afecta a uno de cada 150 niños en Estados Unidos, según el Centro de Control de Enfermedades (CDC).

Es una guía para padres que sospechan que sus hijos tienen alguno de los trastornos de desarrollo comprendidos en el gran abanico que constituye el autismo y ofrece información sistematizada respecto a cada problema.

Con ejemplos y anécdotas instruye acerca de cómo reconocer los síntomas, cómo enfrentar el diagnóstico y cómo organizar la información para ayudar a los profesionales a identificar esta enfermedad y encontrar el mejor tratamiento.

La publicación de este libro en español enfrentó varios obstáculos, pero hoy es una realidad gracias a la perseverancia de Emily Iland, quien debió ingeniársela para sacar adelante este proyecto que respondía a una promesa hecha hacía 10 años.

Sin editores, traductor oficial ni corrector, Emily, quien tiene un grado en Ciencias Políticas y Español en la Universidad Marquette en Milwaukee, además de una maestría en Educación Especial en la Universidad de Northridge, se dio a la tarea de traducir el libro y para la corrección contó con el apoyo de 12 hispanohablantes provenientes de países como España, Estados Unidos, Ecuador, México, Bolivia, Venezuela, Puerto Rico y Argentina, la mayoría de ellos familiares de niños con alguno de los desórdenes comprendidos entre lo que se conoce como espectro del autismo.

Hoy la autora se siente satisfecha de compartir su experiencia y conocimientos con padres de autistas que a pesar de esta condición, luchan para que sus hijos se conviertan en seres productivos y dichosos.

En detalle

*Información del libro Los transtornos del espectro del autismo de la A a la Z: www. asdAtoZ.com (en español)

*Información adicional, consulte la página web del Instituto Nacional de Salud Mental: www.nimh.nih.gov.

Fuente: Instituto Nacional de Salud Mental

 

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El apoyo que más importa. Emily Iland supo proteger e impulsar a su hijo
Tom para alcanzar los logros más deseados. (J. Emilio Flores/La Opinión)